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Londres 2012: A defender la "marca olí­mpica"

LONDRES (AP). Es algo que se veí­a venir.

En el 2007, a un carnicero de la Fantastic Sausage Factory (Fantástica Fábrica de Salchicas) en el condado de Dorset le dijeron que sacase de la vitrina un cartel que mostraba una salchicha retorcida con la forma de los cinco anillos olí­mpicos.

Y el año pasado los participantes en un concurso de pasteleros en el bucólico Shropshire tuvieron que dejar de lado la idea de usar figuritas con temas olí­mpicos para adornar sus tortas tras recibir una advertencia de los organizadores de los Juegos Olí­mpicos de Londres.

Esas fueron apenas escaramuzas inocentes de la batalla para proteger los derechos a la "marca olí­mpica", que ha hecho que los organizadores fuesen acusados de extralimitarse y tomar medidas ridí­culas con ese fin.

"Las normas que se establecieron tení­an por fin impedir que empresas grandes tratasen de aprovecharse de la buena voluntad olí­mpica sin pagar un centavo", expresó Michael Payne, ex director de marketing del Comité Olí­mpico Internacional y que hoy hace de consultor.

"El objetivo nunca fue sofocar el espí­ritu de las comunidades locales, al florista que hace un adorno de flores o el carnicero que prepara un cartel con los anillos", agregó.

Payne acusó a los organizadores de generar un rencor que terminará perjudicando a las firmas que se trata de proteger.

"Hay que ser equilibrado e inteligente. Pero todo quedó en manos de abogados que ven todo en blanco y negro, cuando en realidad habí­a que estar pendiente del gris", afirmó.

La revista polí­tica Private Eye reflejó un poco el fanatismo con que los organizadores protegen la marca con una tapa en la que aparecen dos policí­as con ametralladoras afuera del Estadio Olí­mpico, que le dicen a un espectador, "deje esa Pepsi y nadie resultará herido".

Como se puede imaginar, Coca Cola es uno de los auspiciadores oficiales de los juegos. La "bebida oficial".

Abundan los ejemplos que hacen que los británicos se rasquen la cabeza.

Pimms, un licor tí­picamente británico, no puede figurar en ningún menú durante los juegos, ni siquiera en Wimbledon, la sede del tenis, donde esa bebida es tan tradicional como las fresas y la crema. El trago a base de ginebra no es auspiciante olí­mpico. Los bares lo venden ahora como "La copa número uno".

Sorprende ver que algunos trabajadores vinculados con los juegos tapan las marcas de sus computadoras Dell y Apple en vista de que no son auspicadoras de las competencias. Y al equipo estadounidense de fútbol se le pidió que no distribuya su guí­a porque tiene los logos de 12 auspiciadores que no están vinculados con los juegos.

Decenas de competidores, por otro lado, piden en sus cuentas de Twitter que se anule la Norma 40, que permite a los organizadores descalificar incluso a los deportistas que promuevan marcas que no son auspiciadores, tanto en el terreno de juego como en la red.

El velocista estadounidense Manteo Mitchell puso el dedo en la llaga del debate en torno a la comercializacaión de los juegos al hacer un comentario en Twitter que resumió el sentir de muchos: "Me siento ORGULLOSO de representar a mi paí­s. Pero, al final de cuentas, ¡ESTE ES MI TRABAJO!".

Los organizadores se justifican diciendo que numerosas empresas invirtieron mil millones de dólares en publicidad y exigieron exclusividad.

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Paul Haven está en Twitter como http://www.twitter.com/paulhaven.

FUENTE: Agencia AP