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Resurrección de Delgado con el bate da gran ayuda a Mets

NUEVA YORK (AP). Hace unos cuantos meses, Carlos Delgado parecí­a hombre muerto.

Cada vez que llegaba a la caja de bateo, el resultado era un ponchete, un elevado o una rola inofensiva e inoportuna que derivaba en doble matanza. El boricua bateaba en la parte intermedia del orden de los Mets de Nueva York, y su mal desempeño estaba frustrando una tras otra oportunidad de que su equipo anotara carreras.

Los crí­ticos en la radio, la televisión y la prensa la emprendí­an contra el puertorriqueño y los fanáticos de los Mets clamaban a gritos su salida, con un coro de "¡Echen a Delgado!", que resonaba cada noche en el Shea Stadium.

Ahora, los Mets no quieren imaginarse siquiera qué habrí­a ocurrido si hubieran obedecido ese clamor del público. Delgado está en una racha increí­ble al plato y su poderí­o tiene a los Mets en el primer lugar de la división. Así­, el equipo tiene mucha confianza en que podrá evitar un derrumbe semejante al que ocurrió el año pasado.

Y el coro de los aficionados ha cambiado. Ahora piden que a Delgado se le corone como el Jugador Más Valioso de la temporada.

"Me siento muy bien, no voy a mentirles. Pero en aquel entonces preferí­ no involucrarme con las crí­ticas", dijo Delgado esta semana. "Tenemos trabajo por hacer, pero esto es mucho más lindo que los abucheos, es todo lo que puedo decir".

Con 24 jonrones y 69 remolcadas en sus últimos 67 encuentros, la resurrección de Delgado podrí­a resumirse con un juego de palabras: "Met-amorfosis".

Luego de pasar por la peor campaña de su prolí­fica carrera en el 2007, temporada que concluyó cuando Delgado se fracturó la mano izquierda en el último partido del calendario, el toletero tuvo un pésimo comienzo en el 2008. Cayó incluso al séptimo lugar en el orden al bate, con un promedio de .228 el 30 de junio, y parecí­a que nunca volverí­a a ser ni la sombra del temible artillero que lideraba la ofensiva de Toronto.

A sus 36 años, todo parecí­a indicar que la mejor época de Delgado habí­a quedado atrás. Le hací­a el swing muy tarde a las rectas, y al tratar de corregir eso, terminaba por tirarle a las bolas malas.

Cuando hací­a buen contacto con la bola, esta llegaba apenas a la franja de advertencia. Al parecer, habí­a perdido velocidad al blandir el bate.

Contra los zurdos estaba totalmente perdido, y no bateaba sino rodados a la derecha del cuadro.

"Quisiera olvidar los primeros dos meses de la temporada", dijo.

Pero cuando casi todos habí­an descartado cualquier repunte, Delgado reaccionó y se convirtió en uno de los bateadores más temibles de las Grandes Ligas.

"Trabajé en los fundamentos", reveló. "Durante mucho tiempo traté de bajarle al ritmo y pude encontrar esa zona feliz donde veí­a bien la pelota y estaba listo para batearla aún antes del lanzamiento. No quiero que parezca que esto fue muy fácil, pero sí­ lo fue. Simplemente bajar el ritmo del movimiento".

"Sigo teniendo la misma postura y el mismo swing. No hubo ningún cambio drástico".

Sí­ lo hubo, en los resultados.

El boricua batea para .310 desde que comenzó julio, y ha elevado a .264 su promedio en la campaña, con 35 vuelacercas y 104 producidas. Esta semana, conectó un par de cuadrangulares en dos encuentros consecutivos. Sus siete partidos con al menos dos bambinazos en esta campaña igualaron el récord del club, impuesto por Dave Kingman en 1976.

"Ahora todos quieren hablar de la forma en que ha revivido su carrera. El ha hecho esto mismo durante cada año de su trayectoria, salvo el pasado, cuando se lesionó", dijo David Wright, compañero del boricua. "Este año ha sido normal para Carlos Delgado. El año anterior fue la excepción, no éste".

FUENTE: Agencia AP

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