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"Manos de Piedra", el mejor boxeador latinoamericano, ya tiene película

A veces necesitamos que una película nos recuerde los logros de los mejores deportistas de nuestra época para no olvidar a los que marcaron un antes y un después en sus disciplinas sin ser ídolos de masas, como el boxeador panameño Roberto Durán.

La historia del mejor peso ligero de todos los tiempos y del mayor púgil que ha dado Latinoamérica llega este viernes a los cines bajo el título "Mano de Piedra", el apodo con el que fue bautizado por la consistencia de sus golpes.

Hollywood ya ha rendido homenaje a grandes peleadores que abrieron el camino a mucha gente sin la atención mediática de Mohamed Alí, una leyenda que no necesita presentación y que inspiró numerosas películas, la más destacada de las cuales, "Ali", optó a dos estatuillas doradas en 2002.

Es el caso de Jake LaMotta con el film "Raging Bull" (ganadora de dos Óscar en 1981), Rubin Carter con "The Hurricane" (candidata a un Óscar en 2000) o James J. Braddock con "Cinderella Man" (nominada a tres Óscar en 2006).

La vida de Durán siempre ha sido digna de un guión hollywoodense, por eso cuenta con un elenco a la altura: el venezolano Édgar Ramírez --protagonista del film--, Robert de Niro, el cantante Usher y la cubana Ana de Armas.

"Mano de Piedra" llegó a lo más alto desde lo más bajo, luchó por pasión sin importar el dinero, compartió su fortuna con los más necesitados y se codeó con importantes figuras de la política y el deporte sin olvidar sus orígenes.

Su éxito no fue fruto de la casualidad y su ascenso como héroe tampoco.

"Nací boxeador. Nací completo porque tenía las tres cosas (que se necesitan para ganar): fortaleza, pegada y resistencia", afirmó él mismo durante la presentación de la película en Los Ángeles.

Pero fueron su inteligencia sobre el ring y su capacidad para analizar a los contrincantes los que le hicieron único.

¿El secreto? Entrenar sin cesar para tener "la mente más rápida y más limpia, y los ojos en mejores condiciones".


- Contradicciones -

La carrera de Durán, que ahora tiene 65 años, cambió el día que se puso en manos de Ray Arcel (De Niro), un entrenador amenazado por la mafia que le enseñó a moverse sobre el ring con más claridad y a anticiparse a sus adversarios.

Juntos prepararon los legendarios combates que protagonizó a finales de los 70 y principios de los 80 contra el estadounidense Sugar Ray Leonard, y en torno a los cuales gira la cinta.

Se odiaron sobre el cuadrilátero y ofrecieron un espectáculo que hizo vibrar a miles de personas, pero terminaron siendo buenos amigos.

"Nosotros éramos los mejores del mundo y no había dinero" en el mundo del boxeo, asegura Durán. Ahora que abunda, nada sería diferente, anticipa.

"Sugar Ray y yo ganaríamos a Floyd Mayweather y Manny Pacquiao", los boxeadores del momento, afirma.

Lo que también hizo a Durán único fueron las contradicciones que siempre le envolvieron.

"Lo ves en el ring y es capaz de transmitir una furia y una fuerza que se contradicen con su nivel de compasión y de ternura en otros aspectos de su vida", cuenta Ramírez sobre el hombre que inspiró su personaje.

Colgados los guantes, ha quedado la esencia de un hombre humilde, franco y cercano, dedicado a su familia y a su vida en Panamá, país cuyo gobierno no ha dudado en financiar parte de la película de uno de sus mayores héroes.

FUENTE: AFP