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El Giro de Italia, 'la carrera del arte' alcanza las 100 ediciones

Llega mayo y el Giro propone cada temporada una carrera incomparable en el teatro a cielo abierto que es Italia, país histórico de ciclismo que festejará a partir del viernes la 100ª edición de su gran carrera nacional.

Como en el teatro, el Giro propone una decoración singular, a la imagen de los rocosos Dolomitas, nevados en este periodo del año, o de las 'piazzetta' (plaza) de fachadas ocre, pero también las intrigas.

Su larga historia está llena de episodios marcados por las escapadas, las emboscadas, los juegos y las alianzas. Es la carrera que simboliza el romanticismo del ciclismo a menudo expuesto a la comedia humana, con sus problemas, sus inquietudes y sus intereses.

"¡Me robaron!", señaló a la AFP el fallecido Laurent Fignon, desposeído del Giro 1984 en beneficio del local Francesco Moser, bajo la aureola de su futurista récord de la hora.

Enfadado, el parisino no volvió a Italia en cinco años. Regresó en 1989 para ganar y sacarse la espina, añadiendo el triunfo a las ediciones del Tour que logró en 1983 y 1984.

El Giro se creó precipitadamente en 1909 por el referente periodístico deportivo, La Gazzetta dello Sport, con el objetivo de evitar que otro diario tomara la iniciativa. Seis años antes había nacido el Tour de Francia.

En su larga vida, la carrera toca la historia del país, "un hilo rosa que nos une como pueblo desde hace más de 100 años", según Andrea Monti, director del diario deportivo rosa.

- Grandes duelos -

En la Italia de la posguerra, la oposición entre Gino Bartali, el ferviente católico del que más tarde se conocerá que ayudó a salvar judíos durante la guerra, y Fausto Coppi, el arquetipo de la modernidad, fascina y divide al país, eclipsando al tercer hombre, Fiorenzo Magni, comprometido con el fascismo.

Más tarde llegará la época ambigua de Felice Gimondi, opuesto al mejor ciclista de la historia (Eddy Merckx), los tiempos de Beppe Saronni y Francesco Moser, en ediciones de la carrera desnaturalizadas, en las que se recortaba la alta montaña para favorecer a los corredores nacionales.

Luego llegó el 'Pirata' Marco Pantani, en la tumultuosa década de los 90 y el dopaje masivo.

Pero el Giro encuentra sus cimas, innovando y convirtiendo algunos altos en míticos. El Mortirolo, que se subirá el 23 de mayo en la edición de 2017 en una etapa que alcanzará Bormio, la Fenestre, cuya parte final no está asfaltada, las pendientes vertiginosas del Monte Zoncolan...

- 'La Maglia Rosa' -

Toca el exceso el Giro, a veces la desmesura (en los múltiples desplazamientos o en la longitud de las etapas), pero enamora por su estilo: pegadizo, espectacular.

A pesar de la dura competencia que supone el Tour de Francia, la gran carrera de la temporada ciclista, el Giro tiene su sitio. "La carrera más dura en el país más bello del mundo", se anuncia en el lenguaje publicitario.

No ha cedido a la moda de organizar la primera etapa en el extranjero y seduce a muchos por la calidad de la cocina y de los alojamientos propuestos a los equipos, que aman el calor de los 'tifosi', a menudo ciclistas aficionados que llegan a las cimas en bicicleta para animar a sus ídolos.

Pero sobre todo la 'maglia rosa', que ejerce una fascinación intacta, portada por primera vez el 10 de mayo de 1931 en Mantova por Learco Guerra, conocido como 'La Locomotora Humana'.

La preciada pieza hace soñar a los favoritos de la 100ª edición. Vincenzo Nibali, el único corredor del sur del país (Sicilia) que ha logrado ganarla en dos ocasiones, encontró la fórmula exacta: "El Giro es una larga pasión".

FUENTE: AFP