Fútbol Fútbol - 

Millones, omisión y tragedia: la frágil base del fútbol brasileño

Hace una semana, diez adolescentes murieron calcinados en el centro de entrenamiento del Flamengo. El club con mayores ingresos de Brasil sufría la peor tragedia de su historia centenaria frente a un país que se pregunta ahora a qué precio se mantiene como principal exportador de talentos del fútbol mundial.

Sobre las cinco de la mañana del pasado viernes, el fuego arrasó en minutos las estructuras instaladas en una zona declarada como aparcamiento donde dormían 26 jóvenes de las categorías de base del 'Fla', en el oeste de Rio de Janeiro.

El incendio -originado probablemente por un problema en el aire acondicionado- se expandió voraz por las precarias habitaciones, que compartían una única salida común. Trece chicos lograron escapar, tres resultaron heridos, pero otros diez quedaron atrapados.

Tenían entre 14 y 16 años y murieron en el rincón de uno de los centros más modernos de Brasil, a unos metros de donde se entrenan sus ídolos, pero al que los bomberos le habían negado su certificado de aprobación.

El ayuntamiento se apresuró a subrayar que el complejo deportivo operaba sin su permiso desde octubre de 2017, por lo que el Flamengo había recibido ya 31 multas. Pero nadie lo había clausurado.

La mayoría de los fallecidos, internos en el centro, procedían de otros estados de este país continental donde ser futbolista sigue siendo el sueño de miles de niños. Cueste lo que cueste.

"La situación es muy dura porque se trata de una relación esencialmente mercantil. Los clubes quieren invertir lo mínimo posible [en la formación] y obtener el máximo de lucro, mientras los chicos ven una posibilidad enorme de cambiar de vida", explica a la AFP el experto en marketing deportivo Erich Beting.

- Denuncias -

Gigante y con un balón en cada esquina, Brasil es el mayor exportador de futbolistas del mercado global. Más de 1.750 jugadores brasileños fueron negociados en transferencias internacionales en 2018, según el informe FIFA TMS, muy por delante de los argentinos, segundos con 891. De las 93 federaciones mundiales, 78 tienen al menos un brasileño, que son los que más dinero mueven.

Solo las ventas de los jovencísimos Vinicius Junior al Real Madrid y Lucas Paquetá al Milan le reportaron al Flamengo 85 millones de euros. Ambos compartieron hasta hace unos meses las mismas instalaciones de los jóvenes fallecidos, pero tuvieron más suerte.

"Existen centenas o miles de niños y adolescentes en clubes sin tantos recursos. Si esto ha ocurrido en un club como el Flamengo, ¿qué puede estar pasando en el resto de Brasil?", cuestiona Ana Christina Brito Lopes, especialista en derechos de los jóvenes, reclamando más inspecciones.

Impresionado por la tragedia en la que fue su casa durante 13 años, el exarquero Getulio Vargas se hizo la misma pregunta. Y la lanzó a la red. Ya retirado, este antiguo talento de la factoría del 'Fla' pidió a sus contactos que denunciaran las instalaciones peligrosas que conocieran, y sus redes sociales explotaron.

Desde entonces, ha recibido más de 350 mensajes de jugadores o madres a los que prometió anonimato. Fotos de habitaciones con colchones por el suelo y una maraña de cables colgando, muebles rotos o baños y cocinas insalubres llenan ahora su cuenta de Instagram, procedentes de residencias de base y de algunos equipos profesionales de todo el país.

"Creo que el mayor problema del fútbol brasileño es la gestión, la forma en la que se emplea el dinero, las prioridades... Hay muchísimas cosas que mejorar", analiza Vargas, de 36 años, ahora comentarista deportivo.

Además de las polémicas constantes en los clubes, los tres últimos presidentes de la Confederación Brasileña de Fútbol enfrentan acusaciones de corrupción y uno de ellos, José Maria Marin, cumple condena en Estados Unidos.

- ¿Demasiado tarde? -

La tragedia del Flamengo despertó a las autoridades, que lanzaron una ronda de inspecciones que han encontrado a muchos clubes sin la seguridad en regla.

Algunos como el rico Sao Paulo se anticiparon y cambiaron el lugar de concentración del plantel profesional hasta poner al día sus instalaciones, mientras el Corinthians corre para adaptar sus alojamientos juveniles dentro del plazo de tres meses dado por la alcaldía, igual que el Cruzeiro en Belo Horizonte.

El lunes, otro incendio en las instalaciones del modesto Bangú llevó al hospital a dos jugadores sub-20, a pocos kilómetros de la tragedia del viernes. También en Rio, las autoridades cerraron el campo de entrenamiento del Vasco da Gama y una de las residencias del Botafogo hasta que cumplan los requisitos.

Entre tanto, un juez prohibió cautelarmente la entrada de menores a las instalaciones del Flamengo, que colabora con las autoridades y asegura que su prioridad ahora es la asistencia a las familias de las víctimas.

Pero, pasados los homenajes y la conmoción inicial, algunos esperan más.

"Es necesario imputar criminalmente [a los responsables] por lo que ocurrió. Si el club se transforma en víctima de esta situación, es algo tenebroso hacia el futuro", advierte Beting.

Para el fútbol brasileño, 2019 ya ha arrancado oscuro.

FUENTE: AFP