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Ministro de Deportes brasileño, preocupado con calendario para Rio-2016

Después de haber encabezado con éxito la organización del Mundial de fútbol, el ministro brasileño de Deportes, Aldo Rebelo, confiesa que su mayor preocupación para los Juegos Olímpicos de Rio-2016 es cumplir con los plazos establecidos, aunque asegura que por el momento el plan está al día.

Este periodista de 58 años y miembro del Partido Comunista finalizará su gestión el 1 de enero de 2015, cuando comience el segundo mandato de la presidenta Dilma Rousseff.

Estos son los extractos más importantes de una entrevista que concedió a la AFP.

Pregunta: Brasil organizará los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica. ¿Cuál es el aspecto que más le preocupa a poco más de un año y medio de la ceremonia inaugural?

Respuesta: Los plazos, el calendario y el organigrama son elementos muy importantes en los Juegos que, por un lado, son más sencillos de organizar que la Copa porque no se precisa viajar un millón y medio de kilómetros. Pero, por el otro, en el Mundial eran 12 ciudades, si una hubiera tenido problemas, nos quedaban 11.

P: ¿Y cómo están esos plazos?

R: Ahora estamos al día, sólo hay problemas como en el campo de golf, porque el Ministerio Público de Rio presentó exigencias para poder construir en un área tan extensa. El resto está en marcha.

P: ¿Brasil tiene una política polideportiva sólida para que sus atletas afronten unos Juegos en casa?

R: Hasta hace poco dos tercios de nuestros estados no tenían ni una piscina olímpica ni pista oficial de atletismo. Ahora los estamos dotando con esas instalaciones. Los resultados que hemos alcanzado en el Mundial de piscina corta de Doha [líder del medallero con siete oros, una plata y un bronce, ndlr] no llegaron por azar.

P: ¿Cuáles son los mayores desafíos que le esperan al próximo ministro de Deportes?

R: Mi mayor preocupación es cumplir el calendario de plazos. Tendrá que trabajar mucho con eso. Y el principal reto es proseguir con la creación de la red de infraestructuras, que es lo que permite democratizar el deporte. El deporte no es sólo alto rendimiento.

P: La FIFA calificó el Mundial de exitoso, pero la organización fue un dolor de cabeza. ¿Cómo lidió con las críticas a la preparación?

R: Una Copa del Mundo en un país como Brasil es diferente a un Mundial en Alemania o Japón. Esos son países hechos. Brasil, sin embargo, es un proyecto civilizador en construcción. Todo para nosotros es una prueba, una búsqueda de superación y de afirmación de la propia identidad.

P: El 8 de julio Brasil encajó la peor goleada de su historia en las Copas (7-1 frente a Alemania), que además le dejó fuera de la final de 'su' Mundial. ¿Qué recuerda de aquella noche?

R: Estaba en el Mineirao y lo viví como parte del juego. Alemania no tiene calidad para marcar siete goles a Brasil; aquello fue un accidente. Aunque no fue sólo fruto del azar. Hubo una serie de errores desde la alineación hasta la forma en la que se comportó el equipo. Además, en frente había un equipo muy fuerte, muy organizado, tanto que fue campeón.

P: ¿En ese momento temió por disturbios que opacaran el éxito de la Copa?

R: Nos quedamos en el estadio después del partido, por si había que tomar alguna decisión de seguridad pública. Pero no hizo falta. La población se fue tranquilamente, y yo salí con las ventanas del auto bajadas para felicitar a los hinchas.

P: Días después, tanto usted como la presidenta Rousseff afirmaron que el fútbol brasileño necesitaba reestructurarse. ¿Qué medidas se han tomado desde entonces?

R: En 1998 se aprobó en Brasil la Ley Pelé que retiró toda la participación y las atribuciones del Estado, confiando en que el mercado se encargaría de corregir las imperfecciones del fútbol brasileño. El resultado fue que los agentes pasaron a tener mucha influencia y los equipos perdieron el estímulo para invertir en las divisiones de base porque los empresarios se llevaban a los mejores. Los clubes europeos tienen una posición muy ofensiva porque ellos producen el espectáculo, lo venden para todos los países, tienen la fuerza del PIB mundial del fútbol, y hasta arman sus escuelas por todo el mundo. Eso no tiene sentido. ¿Qué pretenden enseñar? Esos clubes siempre fueron en el pasado, cuando jugaban con sus propios atletas, seguidores de los equipos brasileños.




FUENTE: AFP