MUNDIAL Mundial 2014 - 

Estadio no arregla congestión de tráfico en Manaos

MANAOS, Brasil (AP). A los dos millones de habitantes de esta metrópoli en el corazón de la selva amazónica les prometieron aliviar su pesado tráfico. Como una de las sedes de la Copa del Mundo, las autoridades prometieron un carril rápido de autobús y un moderno sistema de monorraíl ideado para resolver la congestión de sus calles.

Pero mientras Manaos se prepara para su primer partido mundialista, el único cambio que se ha visto es una nueva mano de pintura verde y amarilla, los colores de la bandera de Brasil, en los puentes y pasos de carretera que ven en interminables atascos.

Sin embargo, lo que sí exhibe ahora la ciudad es un nuevo estadio con capacidad para 44.500 personas. El imponente Arena da Amazonia, con esa imagen exterior de gran cesta de mimbre, podría ser la cancha de cualquier equipo poderoso si Manaos realmente tuviera alguno que lo ocupara después del Mundial. Y los visitantes de esta ciudad remota pasarán por el renovado aeropuerto, siempre que no esté inundado durante alguna de las tormentas que son comunes aquí.

El proyecto que más habría ayudado a mejorar la vida de los residentes tenía presupuestados 810 millones de dólares para un renovado sistema de transporte público. Pero simplemente desapareció de la lista oficial de infraestructuras del Mundial elaborada por el Ministerio de Deportes.

"Es vergonzoso", dijo el pescador Gilberto de Moraes Alberto, que vende el pez "jaquari" de agua dulce en un mercado popular en el Río Negro. "Esta es una ciudad pobre y sus necesidades son enormes, pero lo que único que tenemos son promesas vacías mientras los políticos se llenan los bolsillos".

Las promesas incumplidas de proyectos para mejorar la vida cotidiana en las 12 sedes han desatado las quejas generalizadas por el dinero que se gastó en elegantes estadios en lugar de invertirse en construir escuelas u hospitales. La insatisfacción pública es particularmente palpable en Manaos, donde tanto la renovación del aeropuerto como la construcción del estadio desbordaron el cronograma y el presupuesto.

El Arena da Amazonia terminó costando 294 millones de dólares, un 25% más de lo proyectado. Se supone que debería estar terminado hace un año, pero apenas tres semanas antes del inicio del Mundial las cuadrillas de trabajadores batallaban para terminar el cableado y otros trabajos cruciales. Inglaterra e Italia disputarán aquí su primer juego el sábado, y después Camerún enfrentará a Croacia, Estados Unidos a Portugal y Honduras a Suiza.

Cuando acabe el Mundial, y los 52.000 viajeros extranjeros que se proyectan salgan de Manaos, los locales se preguntan para qué servirá el estadio. Manaos carece de un equipo de fútbol de primera división, y el club local apenas atrae a unos pocos cientos de espectadores a sus partidos.

Al otro lado del río Solimoes, en la empobrecida ciudad de Sao Pedro, una multitud resistía la sofocante humedad tropical para ver un torneo reciente entre clubes locales de fútbol. Los perros callejeros esperaban por las sobras de espectadores que departían entre cervezas y comida rápida alrededor de la cancha. Los jugadores, muchos de ellos descalzos, corrían arriba y abajo por el campo. El entusiasmo era muy alto: El equipo ganador se llevaría unos 2.000 dólares de premio recaudados entre la comunidad. La idea de un estadio de varios millones de dólares en Manaos provocó una reacción airada.

"Todo ese dinero que va al estadio en Manaos realmente te vuelve loco si te paras a pensar en ello", dijo Waldir Filho, un conductor de camión de 49 años que ayudó a organizar el torneo de dos meses. "Hay todo este dinero para pagar algo inútil, pero cuando se trata de escuelas decentes u hospitales, no hay nada".

Las autoridades han defendido la construcción del Arena da Amazonia, insistiendo en que será útil para eventos tales como partidos con equipos visitantes de primer nivel. Y de hecho, recientes encuentros entre equipos de primera línea de Río de Janeiro y Sao Paulo atrajeron multitudes que agotaron las entradas.

"Por suerte, los seis partidos que se han celebrado aquí fueron lucrativos para los organizadores", dijo Miguel Capobiango, quien encabezaba la agencia del gobierno estatal que supervisa los proyectos de la Copa del Mundo antes de dimitir hace apenas dos semanas por motivos que no están del todo claros. "No tengo duda de que habrá grandes actuaciones aquí que atraerán mucha gente".

Capobiango dijo que la renovación del aeropuerto, que triplicó su capacidad, también terminaría por valer la pena, a pesar de haber costado 22 millones de dólares más de lo previsto inicialmente.

El aeropuerto está casi terminado, con extensiones de mármol brillante e hileras de nuevas correas de equipaje. Pero hay problemas. Un aguacero reciente, un fenómeno frecuente durante los seis meses la temporada de lluvias en Manaos, inundó las nuevas instalaciones y provocó que el techo de un baño se desplomara. En el exterior, un laberinto de paneles ocultan montículos de tierra roja donde debería levantarse un nuevo estacionamiento.

"Estoy muy en contra de la Copa del Mundo", dijo Israel Neris, de 36 años, propietario de una empresa de carga y oriundo de Manaos. "Deberíamos haber utilizado ese dinero que se gastó en la Copa del Mundo en otras prioridades, pero ahora es demasiado tarde de todos modos".

A pesar de eso, Neris es uno de tantos brasileños que están dejando a un lado sus resentimientos a tiempo para los partidos. De hecho, sus vecinos recaudaron más de 5.000 dólares para comprar 130.000 coloridas banderas de plástico para decorar su barrio de Alvorada, a pesar de la falta de alcantarillado.

"Ahora no es el momento de echarle un baldado de agua fría a la fiesta de todos", dijo.

FUENTE: (Associated Press)